El gimnasio de la Escuela de Hombres estuvo a punto de transformarse en el escenario de una guerra campal en demanda de alguna mesa o siquiera de una silla. Todo a consecuencia del éxito del Carnaval 1968. La jornada bailable vivida esa noche, la más densa que registra la historia de Cañete, se desarrolló alegremente en un clima de empujones, de votaciones millonarias.
Sonia Saavedra, por obra de los funcionarios de la Corporación de la Reforma Agraria, se adjudicó el reinado con aproximadamente un millón y medio de sufragios. Su antagonista, Olga Mellado, estuvo muy cerca del millón de votos, por medio del esfuerzo estudiantil. Estos parecen haber reservado sus energías para el momento decisivo, a las dos de la madrugada dominguera, cuando fueron rematados los bailes de la reina y la virreina. Un perito en asentamientos agrícolas se dio el lujo de bailar con la sobrerana, Sonia Primera, por la cómoda suma de 100 escudos. Cinco minutos más tarde, un estudiante zapateaba una cueca con Olga Segunda. Ese baile fue rematado en la friolera de 300 escudos.
El día antes, el viernes, se realizó la velada en dos tandas y a tablero vuelto. Arnoldo Muñoz Correa, un cañetino que reside en Santiago, demostró todas sus cualidades artísticas con el montaje de una obra original suya, llamada "En el rancho de Oña Chepa". Aprovechando sus vacaciones el hombre se dio tiempo y maña para improvisar actores y brindar un espectáculo de real categoría. Gracias a su perseverancia, algo más de una docena de muchachos se vio convertida de la noche a la mañana en un elenco de las tablas. Arnoldo Muñoz brilló con colores propios después de triunfar en el Quinto Festival Nacional de Tetro Aficionado y de ganarse un papel en la discutida obra "MARAT-SADE" que se presentó en el Teatro Municipal de Santiago la temporada de 1967.
El fin de fiesta se produjo el domingo, al anochecer, cuando unos 10 carros alegóricos rotaron por la Plaza de Armas con la esperanza de adjudicarse el millón de escudos que los organizadores consultaron como un primer premio: "Presencia de Holanda", con un enorme molino de viento y una vaca con pinta de buena lechera, compartió honores con el carro de "Las Brujas". Los otros premios, nada de venidos menos, recayeron en "El circo fulero", "Toribio Lanalhue", un helicóptero de papel celofán, un grupo ecuestre, y otros aficionados al arte de la diversión.
En todo caso la música sigue su curso como en los mejores días. Algunos comerciantes, tal vez impresionados, por éxito del carnaval, pusieron equipos amplificadores en la puerta de sus establecimientos. De nueve a doce y de 14 a 19 horas, los parlantes difunden música para todos los rincones.
Es una nueva fórmula en procura de mejores ventas. Incluso se puede decir que Cañete continúa viviendo una agitada sicosis de carnaval.