Juan Véliz Díaz
Hay ocasiones en que pareciera que la vida de todos nosotros tuviera un rumbo ya prefijado y que es muy difícil poderse salir de él. Es como si estuviéramos predestinados para ser lo que somos y no poder salir de ese enmarcamiento que pareciera apretujarnos contra nosotros mismos.
Y muchos dicen: “Son cosas del destino”, “estará de Dios”, “estaba escrito”, “era su destino” y tantas otras cosas para explicar situaciones a las cuales no le encontramos una respuesta adecuada a la forma de pensar que tenemos.
Pero, a través de los años y la experiencia, nos hemos dado cuenta que nada está hecho, ni fijado, ni trazado, ni es una lotería, ni es una ruleta. El destino de cada cual no está hecho, se va haciendo cada día, con esfuerzo, con dedicación, con entereza, con fuerza.
El destino, se construye cada vez que jugamos, en forma responsable con la libertad, en las cosas pequeñas que debemos decidir a cada instante y cada día. El destino se forja cuando somos dueños de nuestros actos y de nuestras decisiones. Cuando nos esforzamos por construir nuestra vida, a través de nuestros actos, de nuestra vocación y de nuestras propias voluntades.
La historia de cada cual no está escrita, como piensan muchos, sino que se escribe hoy, aquí y ahora.
Pero no es fácil cambiar el corazón humano. Porque estamos inmersos en un mundo egoísta, crítico, insensible, injusto, rutinario y sacrificado.
Necesitamos construir un mundo nuevo, una nueva sociedad, para que aquellos que hoy sufren, no prolonguen más su dolor; para que aquellos que no tienen una casa digna, ni siquiera una casa, puedan tener un techo donde cobijarse; para que aquellos que están cesantes, encuentren el sustento para ellos y sus familias; para que aquellos que lloran, encuentren consuelo a tanta lágrima derramada.
La vida de cada cual no está hecha. El destino lo vamos forjando cada uno de nosotros. Por eso vale la pena el estudiar y trabajar con ahínco, dedicación y esfuerzo. Por eso vale la pena, la rutina diaria y el sacrificio agobiante, de un trabajo diario que es duro.
El destino es construir un mundo feliz, es hacer brotar flores en el desierto de nuestra vida. Es amar. Porque el amor es el destino de ayer y de hoy, es mañana y es futuro.