ESTAMPAS DE CAÑETE

Alfonso Concha Acuña

ALFONSO CONCHA ACUÑA: SIEMBRA DE RECUERDOS QUE FLORECEN EN LA HISTORIA DE CAÑETE

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¿Qué lleva a una persona, años después de haber partido de un lugar, a sentarse frente a una máquina de escribir y pintar con palabras a quienes conoció?

Alfonso Concha Acuña vivió en Cañete: lo observó, lo comprendió y  sobre todo, lo recordó con afecto y con respeto.
En una época sin grandes homenajes ni redes sociales, él eligió la palabra como tributo.

Esta estampa es un perfil biográfico y una invitación a conocer la esencia de un hombre que sirvió desde el conocimiento, escribió y retrató con casi pinceladas narrativas a quienes marcaron su paso terrenal.
Hablar de Alfonso Concha Acuña es recordar a un profesional ejemplar, también reencontrarse con una forma de ser y de ver la vida que hoy se echa de menos: la del hombre que sirve, que educa, que recuerda y que escribe desde el alma.
Nacido en Linares y formado con excelencia académica, Concha Acuña se tituló como Ingeniero Agrónomo y se entregó de lleno a su vocación: la transformación del campo chileno. Pero lo suyo no fue sólo sembrar trigo o avenas; sembró ideas, métodos, comunidad. En una época donde los recursos eran escasos y la ciencia parecía reservada para pocos, él hizo de cada rincón de la provincia del Biobío una sala de clases al aire libre, donde los campesinos eran alumnos y la genética agrícola, la lección.
Con espíritu de servicio, fundó en 1934 el Servicio de Genética en Biobío, y años más tarde logró que el Estado adquiriera un fundo para establecer la Estación Experimental de Huiman, a pesar de haber advertido, con sabiduría, las limitaciones del terreno. Pero lo más notable es cómo supo mantenerse firme en sus principios, sin perder respeto ni humildad, incluso frente a decisiones impuestas.
Entre sus muchas facetas, destaca su papel clave en la fundación del Cuerpo de Bomberos de Cañete, donde fue Secretario General de su primera directiva. Este rol cívico no se explica sólo por su capacidad organizativa, sino por su profundo compromiso con la comunidad que lo acogió.
Pero hay algo aún más profundo y humano en la figura de Alfonso Concha Acuña: su necesidad de recordar y dejar testimonio. No todos tienen la paciencia, el carácter ni el corazón para, ya lejos de Cañete, sentado en su casa de Los Ángeles, detenerse frente a una máquina de escribir y revivir, con detalle y afecto, a cada persona que conoció. Y no lo hizo como simple crónica o memoria técnica. Lo suyo fue un acto casi literario: retratar almas, contar historias, transmitir ejemplos.
Cada persona que menciona en su obra es dibujada con palabras justas, con respeto, a veces con humor y siempre con calidez. Sus descripciones son pinceladas cargadas de humanidad, que hablan no sólo de los demás, sino de él mismo: un hombre que miró con bondad, que valoró el esfuerzo ajeno y que nunca olvidó lo vivido.

Gorart Villarroel

 

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DEL AUTOR:

 Prólogo 

Nacido en Linares el 30 de abril de 1907; pertenece a un hogar distinguido, muy honorable y está entroncado a familias antiguas de esta ciudad.
Se educó hasta los primeros años de humanidades, en el Liceo de Hombres de su pueblo natal, pasando al Liceo Blanco Encalada de Talca, donde cursó los tres últimos años de humanidades, para recibirse de Bachiller en 1926, año en que empezó a estudiar la carrera de Ingeniero Agrónomo, la cual dejó un año para ser el Servicio Militar en 1928, donde alcanzó el grado de subteniente de reserva, con la cuarta antigüedad entre 45 aspirantes; su valer y espíritu militar lo alistaban para seguir el Curso Militar a fin de salir a las filas del Ejército al cabo de un año si pasaba por la Escuela Militar.

Desgraciadamente, después de hacer le Servicio Militar, lo tomó un terrible tifus abdominal, que le postró cerca de tres meses en cama y, después, para restablecerse, pasó el mejor tiempo y volvió al tercer año de agronomía, sólo en el mes de julio, no pudiendo, por supuesto, dar exámenes, ya que sólo acudió a las aulas universitarias para no desconectarse del todo con su carrera.
Recibido de Ingeniero Agrónomo, fue su ánimo de pertenecer al Ejército, a fin según su idea desde varios años, la explotación racional de los fundos del Ejército, a fin de que dieran parte siquiera para alimentación de los conscriptos y aprendieran, trabajando, una técnica mejor. Fue, Concha, el precursor del Servicio Militar del Trabajo, en este sentido.
Desde antes de recibirse, ocupó el cargo de Inspector Ad Honorem en la Escuela Práctica de Agricultura de Santiago, dependiente de la Universidad de Chile, pasando después a serlo de planta. Con el entusiasmo propio de sus años, al contratarse ingenieros agrónomos ayudantes, él se ofreció como tal, tocándole llegar a Los Ángeles, un 10 de marzo de 1933.
En 1934, funda el Servicio de Genética en Bio- Bío y empieza su campaña inteligente y tenaz para entrar en la mente campesina la idea de la "Genética" y los nuevos trigos y avenas, maíces y forrajeras".
No hubo rincón, puede decirse, de la provincia que no recorriera y en los caminos más transitables, hacía colocar grandes letreros mostrando las hermosas sementeras con las nuevas variedades que él había preconizado y que dieron tan espléndidos resultados.
Se formó la Oficina en la Avenida Vicuña N° 338 y la Planta Purificadora de Semillas fue de fama por el trabajo eficiente que se hacía; su oficina era visitada por los agricultores más conspicuos, que llegaban en demanda de consejos técnicos y recomendaciones paras sus campos.
En 1937, gracias a su tesón, logró que el Fisco comprara un fundo para organizarse la Estación Experimental; contra su informe técnico, eligieron "Human" , que a la sazón era un fundo abandonado; malo, por ser de trumao amarillo, plagado de lengua de gato y catalogado como "campo maldito" porque animal que entraba ahí, caía por el carbunclo.
En el mes de junio, le entregaron ese campo de 784 hectáreas, sin aperos y sin poder hacer nada, prácticamente, por lo avanzado del invierno.
Con una energía propia de él, con inteligente y porfiado trabajo, logró comprar regadores de agua, cambiar costumbres en inquilinos y trabajadores; les mejoró viviendas, comidas y se les dieron sanas distracciones. Fue aquello ejemplo para todos. Su campaña de divulgación, escrita en diarios de Los Ángeles y "El Sur" de Concepción no cejaba y recibía consultas hasta de Cautín, las que siempre dieron espléndida respuesta, pues confirmaban después los interesados cómo habían progresado gracias a las lecciones agro-pecuarias que les daba.
Tuvo envidias y malos ratos; pero su temperamento, aunque impulsivo a veces, se templaba en el duro trabajo y no descuidaba ni su trabajo ni las distracciones propias de su edad.
Formó una oficina respetable por su criterio técnico y se encimó la obra de la Estación Experimental de "Human" que, comiendo muchos millones de pesos, hoy día es un fundo ejemplar y modelo en muchos aspectos.
Ascendió dos grados y se fue de agrónomo provincial de Llanquihue, permaneciendo en Puerto Montt escasos ocho meses, pero desarrollando una obra que autoridades y agricultores respetables celebraron alborozados. El Intendente don Manuel Droguet, ese caballero a carta cabal, inteligente y de gran espíritu público, aquilató de cerca los muchos méritos de Alfonso Concha y así lo dejó establecido en 1944.
Hizo estudios de costos de producción, especialmente de la papa y preconizó se instalara poder comprador de este tubérculo, o se industrializara y se dieran barcos especiales para su transporte; quizás si esas ideas se hubieran cristalizado, hoy día, ya no habría estos problemas. En esta provincia, alcanzó a hacer experiencias en siembras y conservación de la remolacha en el fundo del señor Enrique Schnethler.
Olvidaba decir que en Los Ángeles, en "Las Noticias" del año 1941, a grandes caracteres apareció la contundente declaración técnica que indicaba Concha en orden a que la provincia de Biobío podría ser gran sembradora de betarraga sacarina y sugería una serie de medidas tendientes a ello; hizo el primer estudio recorriendo a caballo desde Los Ángeles a San Rosendo, para ver los terrenos, regadío y gente para este trabajo; además, en "Human", dispuso hacer almácigos y se les daba la plantita de betarraga a los agricultores para que vieran que se daba bien y de ahí nació este entusiasmo por hacer en grande este cultivo que, como se sabe, es una orgullo para el país. Hiero la modestia de Alfonso Concha, pero tengo que decir que su obra maciza en bien de la agricultura la siguió en la provincia de Arauco. Residió nueve años en Cañete y fue ejemplar su batallar por abrir los ojos de los agricultores apegados a la rutina.
Desarrolló una obra que es recordada como "piloto" para cualquier plan de desarrollo agrícola. Llevó allá el entusiasmo por la energía eléctrica de "El Abanico" en 1945 y preconizó los regadíos mecánicos a base de plantas elevadoras de agua; después consiguió que se hicieran los estudios del regadío gravitacional de los ríos Butamalal y Cayucupil; de esto ya hace catorce años y... todavía en pañales, pues él se vino en 1953, a raíz del gobierno de Ibañez que les aplicó las mal dadas FFEE y por ser radical hubo de jubilar, pues Alfonso Concha, tres meses antes de acogerse a jubilación, con 25 años de servicio y sólo 46 años de edad, había sido calificado como "destacado por preparación, eficiencia y disciplina", se humedecieron sus ojos abandonar Cañete, según me ha contado, pues tuvo muchos y buenos amigo allá. Le quisieron y apreciaron en sus dotes de hombre franco, servicial y como radical, rotario (tuvo todos los cargos habiendo renunciado a la postulación que le hicieron para presidente y como Secretario General fundador del Cuerpo de Bomberos de Cañete, etc. Ha sido Presidente de la Asamblea Radical y del Club Radical y ha tenido todos los demás cargos en su partido.
Ensayos de forrajeras, trigos nuevos, maíces, avenas, papas y abonaduras racionales, fueron sus principales obras en Arauco y donde quiera que ha estado, Alfonso Concha, ha cumplido una obra digna de todo encomio: además ha servido el cargo de Ingeniero Agrónomo Departamental de Nacimiento y se le vio recorrer a caballo, todos esos campos, dando consejos agropecuarios y enseñando nuevos cultivos y nuevas rotaciones culturales. En los Ángeles es el padre de la idea de tener "Matadero frigorífico", esto lo preconizó en 1946; él, además, lanzó la idea de hacer FFCC. Eléctrico de Los Ángeles a Antuco, pasando por Canteras, esa rica zona de manzanas y maderas, para ir a empalmar el ramal a Polcura. ¡Qué lindo sería haber captado esa idea y tener todos los días domingo tren excursionista a Antuco!
Ha colocado en cargos públicos y privados a mucha gente; calladamente hace el bien  a quien acude a él. Es excelente amigo, pero terrible como enemigo, al decir de algunos.
No gusta de las exterioridades y sirve calladamente.
Es de palabra fácil y galana; han sido de fama sus discursos, especialmente en Cañete, sobre temas patrióticos, rotarios, bomberiles y radicales.
Leíamos recientemente, en el prestigioso diario "Las Noticias" de Los Ángeles del 25 de julio (1959), refiriéndose al amigo Alfonso Concha que "se conoce la elocuencia de su palabra y la brillantez de sus conceptos".
Se ha dedicado al periodismo y sabe enfocar estratégicamente los problemas; ha sido honrado reeligiéndosele varias veces como presidente de la Asociación Provincial de Periodistas del Biobío, pues Concha es un hombre de valer.
Ha sido profesor interino de Biología-Química en el segundo ciclo de humanidades en el Liceo de Hombres de Los Ángeles; actualmente sigue siendo profesor de agricultura en el Plan Variable en ese mismo establecimiento; en el Liceo Nocturno de esa misma ciudad desempeña la cátedra de Biología en tercero, cuarto y quinto año de humanidades y por Decreto de 1959 Número 6531, del Ministerio de Educación, fue nombrado profesor de la Cátedra de Biología e Higiene Humana y que Química y Merciología en el Instituto Comercial de esa misma ciudad; es decir, actúa en prestigiosos establecimientos educacionales; siendo catalogado como un excelente profesor de gran rendimiento.
Alfonso Concha no busca honores; los rehúye y le molestan; pero busca la ocasión de poder hacer un bien.
En este libro intitulado "Estampas de Cañete", Alfonso Concha se revela como un excelente psicólogo y gran observador. Tiene una novela en preparación. Creemos que triunfará porque tiene sobrada inteligencia.

Bernardo Valdés P.

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ESTAMPAS DE CAÑETE
Reeditado en HuellasDigitales como parte del rescate de memorias locales.
Se ha logrado publicar gran parte de esta obra, pero aún quedan historias por contar.
Mientras tanto, te invitamos a explorar la sección especial "Estampas de Cañete"
(Próximamente, el libro.)