Cañetino ciento por ciento, es casado con la distinguida dama, también de este pueblo, señora Marta Petit-Larent, cuyos hijos formados en la paz honorable y digna serán los continuadores de la tradición de las virtudes de esta ciudad, diseñada por los progenitores en forma alta y de alcurnia de alma y de corazón.
Don Isaías Gallardo, modesto de grandes virtudes ciudadanas, es querido por cuantos le conocen, porque salta a la vista, apenas se le trata su gran corazón de hombre franco, leal y caballero a carta cabal. Ha sido el dentista que con gran sacrifico, no sólo ha atendido a su pueblo, sino a muchos visitantes de los vecinos, ya que la fama de él como profesional consciente y competente, es de todos conocida. Ha salpicado su vida profesional con las labores agrícolas, aunque un poco las deja de mano, por la falta material de tiempo. Ha sido presidente del club rotario, del Club Social y de otras instituciones, dejando en todas su huella de tesón y ponderado criterio. Si bien es cierto que, por su inquietud espiritual ha estudiado los programas de varios partidos políticos, me figuro que el que más le agrada, militando en él por convicción doctrinaria, es el social cristiano; cree él, como muchos idealistas, que se haya en los partidos, toda la calma intelectual y del corazón que se pretende en la idealidad de joven; su ancha cancha política es consecuencia de este idealismo ferviente y profundo.
Don Isaías Gallardo Bertiola, ejemplo de jerarquía de las buenas cualidades del corazón y del alma, es una personalidad querida y respetada; retraído ahora por lo años, aunque no son nuchos, en su juventud también se desordenaba, pero sólo para estar a orillas de una simpática mesa de poker... de donde partía cuando empezaban a helársele los pies. Claro que Paulino, no Carlos González y otros le rogaban se quedara un poquito más, pero él, a veces, hacía esfuerzos y se iba con varios pesos menos en el bolsillo.
Este caballero, psicólogo y de alma grande y hermosa, merece destacársele por su prestigio de hombre noble.