ESTAMPAS DE CAÑETE

Alfonso Concha Acuña

PAULINO VIVEROS SAGARDÍA

Hace más de medio siglo que llegó a Cañete el joven farmacéutico Paulino Viveros Sagardía, hijo del prestigio vecino de Rere del mismo nombre y padre de abundante familia. Antes ejerció su profesión en Traiguén, pero le gustó mucho Cañete y fundó la muy acreditada “Farmacia Viveros” que le ha florecido en muchos y miles de millones, por su trabajo constante e inteligente.
A través de muchos años, ha sido el consultorio obligado de mucha gente pobre; pues Paulino, cual otro enviado celestial, tiene aciertos efectivos, sobre todo, en enfermedades de niños, según dicen. La fe, es cierto, hace mucho; basta que Paulino mire al niño para que éste ría y empiece a mejorarse y lo que le da... acaso es una inofensiva agüita de Mejoral.... ¿o será que traspasa algo de su alma de niño?
De corte hierético en su farmacia, es un alegre y locuaz comensal; gusta de bebestibles también y su seriedad queda atrás cuando se trata de una fiesta de pata en quincha, pues es un “peine” para la cueca y dicen las malas lenguas que en su juventud, hasta su par de días se perdía... Inteligente, humano y sencillo, con un gran sentido del humor y del “como no” (que lo maneja muy bien, aunque sea pitándoselo a uno) es consultado por ricos y pobres, mal que le pese a los doctores Vigueras y Figueroa; su consejo y palabra es la autorizada y se le cree en todo; pontifica con justeza y buen criterio. Radical de fila desde sus más tiernos años, ha hecho lo que ha querido con “su gente”, pues, al decir de Cucho Miranda, tiene la asamblea radical para su uso particular.
Sabe mucho de política; hace y deshace regidores y alcaldes; donde se equivocó fue en la elección de 1952; pero en 1955 se vengó en forma aturdidora en elecciones municipales; él sólo obtuvo 687 votos... Sólo un regidor fue contrario; las urnas electorales son de él; en la asamblea radical ha hecho directorios a su antojo; ha hecho elegir diputados según su amaño; pero en la última elección, salió su hermano masón “doctor Orellana”. Y Paulino no lo apoyaba; lo que dice Paulino es oráculo para todos. No sólo en política sino en cuanto problema allí se cree.
A pesar de todo, los humos no se le han ido a la cabeza; es un buen amigo, servicial, correcto, ejemplar jefe de hogar, político sagaz, de mucha “cachaza”; entretenido y bueno para la conversa.
Casado con la muy dije Isabel Méndez, tiene cinco encantadoras hijas, de las cuales ya hay cuatro casadas; sus nombres son: Juanita, Alicia, Silvia, Adriana y María Elena, tres de las cuales se han ceñido cetros de Reinas de Primavera y deportes o de bomberos. Claro que lagrimones le han brotado cuando se han casado sus hijas, pero al decir de algunos, esas lágrimas han sido de “curadito” que estaba... ya de amanecida.
Don Paulino Viveros como hijo, padre, esposo, hermano, es ejemplar. Es una estampa inolvidable de Cañete; será diputado cuando él quiera. Ha sido presidente de Rotary Club, de la Asamblea Radical, del Club Social, del Club Radical, Alcalde y Regidor en muchos periodos. Bajo su administración como Alcalde en 1945, se fundó el ya muy prestigiado Cuerpo de Bomberos; fue él quien tuvo el buen tino y criterio de citar a gente altruista y que era capaz de encimar tal obra. En tiempos de elecciones, su botica parece una misión de campo; desfilan por allí, publicanos, escribas y fariseos; esos sepulcros blanqueados de que habla el evangelio y raza de víboras entra a conversar con don paulino, quien los lleva, de carrerita, a su escritorio, que es un espacio pequeño, dentro de la botica, donde oye las penas de unos, los pedidos de aceptación de letras de otros, las mentiras de aquellos o aquel del menudo favor; a ese escritorio es el que yo bauticé con el nombre de confesionario”. ¡Qué de cosas no ha oído! ¡Cuántos no han llegado a contarle lo que recién supieron! Él los despacha con forzadas sonrisas y el característico “cómo no”; pues con el desprecio castiga a los pocos enemigos que tiene, es decir a algunos envidiosos que nunca deja de haber en los pueblos. Sale el “penitente” de aquellos años llevando el votito bien guardadito; ahora la cosa ha cambiado y ya habrá descubierto hacer cómo le obedezcan sus feligreses... por estas miniedades y que son bromas, se enoja Paulino cuando le hago réclame macanudo. El “catedrático”en política, cuando los pasa al “confesionario” los entra y sale con una seriedad que cualquiera que vaya a un funeral se la pediría prestada.
La señora Isabel, ya cansada de aconsejarle que se deje de política, le mira impaciente, a veces, pero otras... ya aburrida de tanto trabajo en la botica, mira con cierta no disimulada rabieta a través de sus anteojos, que más gracia le hacen a sus lindos ojos.
Una vez, en Curanilahue, en rueda de amigos, le hice una broma quizás un tanto pesada, porque había dos doctores presentes; se quejaban que había mucho que atender ahí y no bastaba un solo médico y que había escasez de galenos. Yo propuse que se recomendara que Paulino fuera a hacer un “cursillo” (estaban de moda en esos tiempos) en cirugía, pues eso era sólo lo que le faltaba practicar a Paulino, porque la farmacopea la dominaba bien. Se enfurruñó enojándose, pero no pasó más allá; no es capaz de guardar de inquina o rencor.
Sabe comprender las bromas y él es harto bueno para la broma y a veces las hace “pesaditas”.
Si Paulino Viveros Sagardía hubiese aprendido mapuche (en esto lo aventajó su cuñado Tito, que lo sabe a la perfección) muchos años hace que ya hubiera sido obispo por aquella región, cual otro Guido de Ramberga.
¡SALUD! PAULI
La verdad es que Paulino es una caja de sorpresas... en política...

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