De estatura imponente, en su gran “corpachón” esconde un alma y corazón de niño; parece que nadie le mandara. En sus años mozos, fue hombre de pelea y batallador por su clase obrera; conoció las apreturas de ser franco para reclamar lo que era justo en salarios. En los campos mineros fue hombre de pelea y pelo en pecho.
Dice que ha tenido amigos sobresalientes, como don Arturo Alessandri, y está emparentado con democráticos de palo grueso. Harto trabajador, ha sido como buey para salir con la de él; empeñoso y tenaz, ha tenido altos y bajos en su fortuna.
En política, ha militado en el Partido Democrático, pero lo ha tomado a su manera, y tan pronto cree ayudar a un liberal como a un conservador. Parece que él mira al hombre servicial solamente; si cree que puede gobernar bien, allá está don Vite, como todos le dicen... Tiene gente que le sigue; es un verdadero líder, pero no mucho ahora, que parece retirado de las pistas políticas. Otros han madrugado y le han arrebatado candidaturas a parlamentario y a regidor. ¿Se imaginan ustedes a don Vite de Diputado, a garabato limpio, emprendiendo si algo le pareciera mal?
En casa es mansito; hasta para hablar baja la voz que enalta cuando está a todo campo. ¿Por qué será así don Vite?
Don Vitecindo Reusser es un hombre que merece destacarse dentro de su medio ambiente, porque sabe ser amigo cuando quiere; es desconfiado y ladino; sagaz y porfiado en política. Nunca se avino muy bien con Morales —que creo aún vive en Cañete— y que obtuvo diez votos en la última elección. Don Vitecindo no se deja mangonear así no más y se aparta del redil cuando ve que se va por mal camino. No soporta mucho tiempo el yugo doctrinario o el que imponen criterios oportunistas. No ha sabido sacarle la mascada grande, como otros, a la política; su inocencia innata en asuntos de cubileteos políticos le ha apartado del mal pensar político, y él mira solamente la grandeza de la Patria, no como otros que la ven como una rebanada de torta a la cual deben sacarle su parte, por prevaricador.
Don Vitecindo Reusser no se deja engatuzar y sabe que se sirve a los políticos cuando ellos son bien inspirados.
A los malos, hay que escupirlos.