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PSICOLOGÍA SOCIAL: ¿OBEDECEMOS MÁS DE LO QUE CREEMOS?

Gorart V.

Durante mi paso por el sistema educativo y hoy estando en retiro, he sido testigo de muchas transformaciones: métodos que cambian con los años, discursos pedagógicos que prometen renovarlo todo y que con el tiempo, suelen volver con otros nombres.

Sin embargo, hubo algo que nunca cambió del todo: la manera en que las personas responden a la autoridad, al grupo y al juicio de los demás.
Hoy, ya fuera de la sala de clases, sigo leyendo, observando, y de vez en cuando encuentro piezas temáticas como la que hoy comparto. Un video que no es una simple clase grabada, sino una puesta en escena que remueve y desconcierta.
Un profesor entra al aula y dice que no habrá examen, sino relajación general. Luego propone un juego inocente y los estudiantes obedecen. Así comienza un recorrido por los rincones más inquietantes de la psicología social.
Se revive el experimento de Stanley Milgram, donde voluntarios aplicaban descargas eléctricas a otras personas simplemente porque una figura de autoridad se los ordenaba. Lo perturbador no fue la obediencia en sí, sino hasta qué punto estaban dispuestos a hacer daño, con tal de no cuestionar una orden.
Luego aparece el caso de la prisión de Stanford, donde un grupo de estudiantes asumió roles de guardias y prisioneros. Bastaron unos pocos días para que la autoridad se convirtiera en abuso y la sumisión en resignación. Los roles, cuando se asumen sin conciencia, desdibujan los límites morales.
También se aborda el experimento de Asch, donde un grupo de cómplices daba respuestas evidentemente incorrectas sobre una tarea visual. La mayoría de los participantes reales, por miedo a desentonar, terminaban respondiendo igual. Es decir, muchas veces preferimos equivocarnos con la mayoría antes que acertar solos.
También se menciona el llamado efecto Hawthorne, que demuestra cómo las personas pueden cambiar su conducta por el hecho de saberse observadas. No es el cambio externo lo que transforma, sino la sensación de estar bajo la mirada del otro.
Todas estas situaciones no se presentan como teoría, sino como espejo, porque eso es lo que hace el video: nos pone de frente con lo que muchas veces no queremos ver de nosotros.
Nos creemos libres, pero actuamos condicionados. Sentimos que nuestras ideas nos pertenecen, pero muchas veces la estamos repitiendo de otros que ya lo pensaron.
Juzgamos, obedecemos, callamos, normalizamos sin detenernos a cuestionar por qué.
Este video es fuerte, al menos para mí; no por la forma de decirlo, sino por la manera aguda en que deja al descubierto nuestras contradicciones. Nos muestra las estructuras invisibles que sostienen nuestras creencias, nuestros roles sociales, nuestras certezas más cómodas.
¿Obedecemos más de lo que creemos? Sí, reconociendo que incomoda, pero es necesaria.

Sé que hablar de estos temas puede resultar incómodo, especialmente cuando uno ha sido parte del sistema; pero callar lo que uno ha visto y sigue viendo, también es una forma de obedecer. Por eso escribo esto, no para acusar, sino para invitar a pensar, aunque moleste, porque si no somos nosotros quienes cuestionamos la realidad que nos ha tocado vivir, otros la seguirán construyendo por nosotros, quizás no con nuestras mejores intenciones.
Aquí no hay respuestas cerradas, ni certezas tranquilizadoras.
Es una invitación sincera para ver, pensar, obedecer o bien empezar a desobedecer lo que ya no tiene sentido.