Al salir a las cuatro de la tarde de la escuela 1 donde estudiábamos, y ver que la primavera exuberante cubría los árboles ( tilos), de la plaza con su nuevo ropaje.
Decidimos aprovechar que en el paradero de taxis estaba don Saturnino Ruiz a la espera de algún pasajero. Al vernos llegar nos recibió con su habitual alegría y buena disposición de siempre. Ahí les pedimos para ver su reloj que nos había mostrado días antes( era un reloj de siglos anteriores), el reloj era de bolsillo de esos que se habren pues tienen una tapita para al abrirlos se ven los punteros y por tanto la hora. Ahí Don Satu nos contó la siguiente historia la enaltecer su lindo reloj.
Decía Don satu que aquel día en que estando con amigos cerca del Lleu Lleu, por las vegas bajas de tranaquepe, pararon para comer su manche y tomar un buen harinado...., don Satu creyó reconocer el lugar, como tuvo dudas se calló, luego al caminar unos cientos de metros más adelante, no tuvo dudas..., fue allí donde dos años antes casi había perdido su escopeta y su cortaplumas, al lanzar la escopeta hacia una bandada de patos que volaba en dirección al sur, recordemos que nos había contado que encontró ésta con la cortaplumas ensartada en el suelo y con un ganzo ya asado, pues allí estaban haciendo una roza ( quemando arbustos). En aquella oportunidad recuperó su magnífica escopeta y su cortaplumas tres en una.
Al volver tarde en la noche para su casa, llegando a ella y queriendo desvestirse, sintió la falta de su reloj. Lo buscó incansablemente y no lo encontró; lloró al darse cuenta que realmente había perdido su precioso reloj. Pasados dos años y encontrándose con sus amigos cazando en los bajos de tranaquepe, al reconocer el lugar, les contó a sus amigos la historia que le había sucedido con la escopeta, la cortaplumas y el ganzo..., les mostraba en detalles el lugar moviéndose ágilmente en vuelta para ilustrar la historia para sus amigos..., Don Satu venía y volvía : - Aquí estaba el pato, aquí lo desplumé, aquí rescaté mi escopeta...etc. etc.
Se movía por todo el lugar gesticulando y elevando la voz tentando hacer creíble para sus amigos su historia...; de pronto paró en seco..., con gestos enérgicos los hizo callar a todos y aguzando el oído.
CHASCARROS Y ANÉCDOTAS (3)
Eduardo Sáez Maldonado
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