"Recordar no es mirar atrás; es abrazar lo que nos hizo ser quienes somos."
Cronista lleno de sensibilidad, memoria afectiva y un profundo amor por su pueblo, Cañete. Sus relatos combinan una nostalgia tierna con una mirada respetuosa hacia los personajes, las costumbres y los valores de antaño, con un apego genuino a los recuerdos de su infancia y juventud. Cada crónica es una ventana abierta a un pasado que atesora profundamente.
Para entender esta historia es necesario hacer algunas pequeñas aclaraciones, pues nuestro personaje como dijimos en el número 1 de esta serie, contaba sus cuentos y hacía sus historias (las adaptaba), de acuerdo a las personas a quien se las contaba. Mi padre había estudiado en la Escuela Industrial de Lota. Era mecánico de máquinas locomotivas a vapor, pero en la industrial a todos les enseñaban forja, herrería y temple de aceros (metales en general), también los preparaban en armería (les enseñaban a hacer armas).
Quién siempre llegaba con compañeros de la Universidad de concepción, era Teodoro Campos, estudiante en la época de la carrera de abogacía (Leyes). Teodoro Campos Campos, era hijo de José Otondo Aranaz, y era Hermano de Luis Arévalo (el Lucho), ambos hijos de Don José.Teodoro aparecía en los veranos con sus amigos atraídos por la gran cantidad de hermosísimas señoritas de excelentes familias del pueblo.
Vivíamos con mi familia en la esquina de las calles Segundo de Línea con Esmeralda, nuestra casa era compartida (el techo) con la del doctor Vigueras. En la esquina siguiente, Esmeralda con Villagrán, estaba el Club de mis amores (La Alianza), y exactamente en la esquina de enfrente había un viejito de Apellido Sánchez; siempre estaba elegantemente vestido de negro, camisa blanca impecable, un gran bigote blanquísimo, cejas y cabellos blancos, sus zapatos relucían y estaba invariablemente en la puerta de su casa a la hora en que salíamos de la escuela para el almuerzo.
No sé si él me considera igual, pero yo sí. Lo admiraba por su postura de extrema dignidad, era mayor que yo unos 4 a 5 años. En los veranos era cuando el Chiruca se hacía notar y brillaba como una estrella olímpica en el Río Tucapel. Allí en el pozón de los "Grandes" (habían dos puntos preferidos para bañarse, el lado de los chicos, que estaba en la parcela de los Monje, había que pasar un cerco de alambre de púas), el lado de Grandes era en el lado donde pertenecía a los Larroulet y en los veranos siempre estaba sembrado con trigo.