MI AMIGO DE INFANCIA EL CHIRUCA ZAMBRANO

No sé si él me considera igual, pero yo sí. Lo admiraba por su postura de extrema dignidad, era mayor que yo unos 4 a 5 años. En los veranos era cuando el Chiruca se hacía notar y brillaba como una estrella olímpica en el Río Tucapel. Allí en el pozón de los "Grandes" (habían dos puntos preferidos para bañarse, el lado de los chicos, que estaba en la parcela de los Monje, había que pasar un cerco de alambre de púas), el lado de Grandes era en el lado donde pertenecía a los Larroulet y en los veranos siempre estaba sembrado con trigo.


Allí había un pozón bastante hondo que permitía zambullidas audaces. El pozón para que el lector se ubique mejor, se ve desde el Fuerte Tucapel pues queda exactamente abajo de él. Allí ser aceptado por los mayores para bañarse era signo de status. Siempre estaban: el Chirusca Zambrano, Waldo Cuevas, a veces mi hermano mayor, Miguelito Sáez; el Home (Claro... ¡¡Puta el Home como no podría estar!!), Homero Altamirano, Edgardo Cuevas (El Lalo), Omar Krause, Pepe Rojas, a veces los hermanos Ceballos (el rucio y el flaco), a veces también El Condorito (que volvió años después como carabinero).

Así con el tiempo nos fuimos incorporando no sin antes pasar por el "Bautizo" que consistía en unas cuantas "Chinas" (zambullidas producto de empujones en la cabeza para sumergir contra la voluntad ), que cada uno de los mayores se sentía con el derecho de hacer (más o menos como ahora con la recepción de los mechones en las universidades), así fue repito como nos fuimos incorporando: Nelson Hermosilla, El Yayo (Eduardo Monje y su hermano el René), el Negro Cuevas, el Cholo Correa, el Lalo Sáez, el Pituco (Jorge Valenzuela).
Ahí comenzaban las aventuras..., la primera era ir hasta la Islita nadando de ida y vuelta; la ida era fácil pues era en favor de la corriente; la vuelta apenas el Chiruca y el Home conseguían con facilidad, el resto (de los cabros chicos recién incorporados ), volvíamos a pié. La Segunda era mostrar extrema valentía al zambullir por debajo de un tronco de árbol que usábamos como un trampolín (estaba levemente sumergido y sobraba un pequeño espacio para pasar por debajo..., era en extremo peligroso, pero los mayores estaban atentos para socorrernos y esa era la mayor muestra de valentía , y el bautizo definitivo para ser acepto en el grupo de "Los Mayores", motivo de orgullo y como ya dije "De status".
Sería el verano de 1959 o 1960, cuando cansados de todos los años robar tablones en la barraca de Don José Otondo, y como mi padre trabajaba allí, decidieron pedirme que consiguiera un tablón para un buen trampolín; fui a hablar con mi papá, quien conversó con Don José, y él en persona me llevó a escoger uno, él mismo lo seleccionó y pásmense, nos lo regaló..., así como también otros dos o tres pedazos de palos para afirmar la tabla del trampolín..., al día siguiente una tropa de cabros fuimos a buscar nuestro regalo.
Ese año tuvimos el mejor trampolín hecho por los mayores, era una tabla gruesa y bastante larga, tendría unos 5 metros y se balanceaba con el peso de los cuerpos. Allí el Chiruca tuvo sus días de gloria..., él, por instinto natural conseguía hacer lo que hoy se llaman saltos ornamentales; el más espectacular era que conseguía saltar en cámara lenta..., era increíble!! Lindo de ver !!.
Luego al final de las tardes, cuando volvíamos a nuestras casas, era tradicional pasar a robar frutos de oro en la Quinta de las monjitas del hospital, también habían manzanas, ellas ya sabían y fingían no vernos. El Yayo Monje era el mas entusiasta en esta "empreitada", pero cuando hacíamos lo mismo en la Quinta de su padre, ponía en grito en el cielo (siempre las frutas del vecino son mas ricas..., porqué será ?? ).
La mamá del Chiruca nos conocía, nunca le escuchamos la voz, apenas conocimos la dulzura de su mirada. Ella vendía en el pueblo (principalmente en los cines Municipal y de los Jana), Piñones calientitos en invierno, avellanas torradas en los veranos, chupones, changles, zarza mora, callampas, digüeñes (en fin , dependía de la época , era el producto), a mí me quería mucho pues me reconocía como amigo de su hijo, así siempre me daba la llapa, sin proferir palabra, apenas con una cariñosa, dulce y tierna mirada..., yo también la quería mucho..., jamás olvidé tamaña dignidad en la forma simple, sencilla y honesta de ganarse la vida. Esa forma digna de ser me dió una lección que no olvidé de por vida : - No hacer nunca distinción de seres humanos por su posición social en dinero o bienes, y sí por su conducta moral, honestidad, carácter, honradez y decencia, presceptos estos que también aprendí de mis padres y de mi profesor primario ; y jamás los dejé de practicar..
Volví a ver al Chiruca muchos años después, ( ya vivía en Brasil y estaba de vacaciones en Chile), fue en Lorenzo Arenas en Concepción, él estaba manejando una pequeña camioneta cargada, cuyo destino era el mercado monumental de ese barrio penquista..., pasó , me miró y creo que me reconoció, no pude hablar con él, me distraje levemente pues por esas increíbles casualidades, también estaba pasando a pié la Srta. Tania Jana, que entiendo es ahora enfermera universitaria, también me miró, yo la quise saludar y al final me quedé sin hablar con los dos, ni con el Chiruca , ni con Tania (creo que ambos me reconocieron ).
Ahora pregunto: - Alguien sabe de ellos actualmente??.
Espero mas adelante contarles las historias del Julito Ramírez..., el Play boy que no dio cierto que fracasó como tal . Espero también poder contarles de algunas mamás que marcaron nuestras infancias por su dedicación, ternura, desprendimiento, y cariño para con sus hijos y los amigos de sus hijos.