Vivíamos con mi familia en la esquina de las calles Segundo de Línea con Esmeralda, nuestra casa era compartida (el techo) con la del doctor Vigueras. En la esquina siguiente, Esmeralda con Villagrán, estaba el Club de mis amores (La Alianza), y exactamente en la esquina de enfrente había un viejito de Apellido Sánchez; siempre estaba elegantemente vestido de negro, camisa blanca impecable, un gran bigote blanquísimo, cejas y cabellos blancos, sus zapatos relucían y estaba invariablemente en la puerta de su casa a la hora en que salíamos de la escuela para el almuerzo.
Un día no lo encontramos y vimos gran movimiento de personas entrando y saliendo; murió, cuchicheaban las personas al llegar a la calle...., yo nunca había visto un muerto; saqué valentías de adentro y entré en la casa. Estaba allí, todavía no había llegado el cajón, y lo tenían en su cama rigurosamente vestido con su terno negro, su camisa blanca, corbata negra y sus relucientes zapatos..., parecía dormir serenamente.
Fue mi primer muerto y el primer sastre que conocí en mi vida. Sería 1957 ó 1958, cuando llegó un Sr. con su familia de Curanilahue, lo vimos en la misa del domingo a las 11 de la mañana..., fue un comentario general; era elegantísimo, su ropa parecía con corte de Frac, lucía un gran pañuelo blanco en el bolsillo superior del paletó y usaba un elegante sombrero negro de alas grandes..., es sastre cuchicheaban las personas.
Así es como recuerdo la llegada a Cañete de Don Juan Baustista Vergara, quién llamó la atención por su cuidadísimo bigote fino, el que era su marca registrada; y lo es hasta hoy; un sastre formado en la mejor escuela técnica de Chile, me refiero a Los artesanos del Colegio Salesiano de Concepción (eso me lo contó él un tiempo después en 1959 cuando yo fui a estudiar Humanidades en los Salesianos).
Mi padre decidió hacerse un terno con el nuevo sastre llegado al pueblo, yo lo acompañé y pude ser testigo de una impresionante ceremonia. El cliente entraba y era atendido con extrema cortesía y dignidad, le eran mostradas revistas especializadas con diseños y fotos de modelos hombres, con diferentes modelos (rectos, con dos botones, con tres botones, con cuatro y solapas cortas, o largas, paletós cruzados, pantalones rectos o con presillas), en fin, un sinnúmero de opciones. Luego venía la ceremonia de escoger las telas, sus texturas, colores, grosuras (para inviernos, veranos, media estación etc.), todo esto acompañado de una formal y didáctica clase magistral de telas importadas y nacionales, pasando por tocarlas, sentir su textura y reconocer su calidad por el color que estaba en sus bordes internos( rojo, amarillo, azul).
Luego venían las medidas..., primero del paletó, las que eran anotadas acuciosamente y conferidas varias veces para no tener errores. Luego venía el pantalón (generalmente se hacían dos), lo curioso era la delicadeza para no causar contratiempos al cliente, sobretodo cuando se sacaban las medidas de entre las piernas; - ¿Para qué lado carga Ud?..., no entendí nada hasta llegar en casa y mi padre explicarme pues dependiendo del lado en que por costumbre de cada uno las coloca, así era la mayor cantidad de paño que iría en ese lado, para claro, no aparecer un paquete que cause contratiempos al usuario de los pantalones.
Era una ceremonia única, personalizada, diferente, y que hacía sentirse al consumidor (cliente), una persona importante. Hoy eso es muy raro ya que los ternos ya se compran hechos y basta ajustarlos en la propia tienda...; a propósito de esto. Mi primer terno me lo regaló cuando yo tenía 13 años, mi hermana mayor Irma, con su primer sueldo.
Fuimos junto con mi mamá y ella, a la tienda de los Hermosilla, donde nos atendió la Sra. Rosario y Don Tomás, su hijo mayorel Víctor, nos traía los ternos que yo experimentaba, y escogimos uno clarito (color Beige bien claro), ahí mi hermana obtuvo su primer crédito para regalarme mi primer terno y pasar a ser clienta de esa afamada tienda; Don Tomás me regaló una linda corbata como gentileza de la tienda que hacía juego con mi flamante terno nuevo.
Volviendo a mi padre y su terno confeccionado por el sastre Vergara. Semanas después volvimos pues mi padre fue llamado a tomarse la primera prueba, el terno estaba casi listo, faltaba solamente montarlo..., vimos todo su interior antes de ser colocado el forro, era todo costurado amano prolijamente; volvimos unos diez días después y mi padre vistió su elegante terno de paño OVEJA TOMÈ, que le duró por el resto de la vida..., tuvo muchos otros comprados en Santiago en LOS GOBELINOS, pero su favorito era el hecho por el sastre Vergara de Cañete; con él vino a mi boda aquí en Brasil, y por increíble que parezca, después de22 años continuaba a parecer nuevito..., no había perdido su textura la tela, ni el color, ni la forma : - PARABIENES DON JUAN BAUTISTA VERGARA . Gran profesional, honesto, serio!
Había también otro sastre en el pueblo , era de apellido ZEMGLEIM ( ¿así se escribe?), era de origen alemán y era secundado y ayudado por sus hijos. Todos ellos eran excelentes personas, extremadamente simpáticos, conversadores y actualizados en noticias..., eran muy cultos; ellos hacían principalmente arreglos y vivían frente a la casa del Director de la Escuela Número Uno de Hombres, al lado de la casa de Don Juanito que era el Director de la banda musical del pueblo.
También estaba mi ángel de la guardia, la Srta. Rosita Valdebenito, que junto a su hermana y al hijo de ésta (el lalo), eran especialistas en ropas de huasos, no tenían competencia en esta actividad, el Rolo Montory y el Fernando Acuña estaban siempre allí haciéndose sus ropas típicas que con tanta prestancia lucían. La Srta. Rosita Valdebenito fue la primera persona en Cañete que me regaló en mi primer año de escuela, un estuche con lápices de colores; era un estuche de madera y con sus lápices aprendí a soñar y a colorir mi mundo interior.
Sastres de Cañete, profesionales raros hoy en día, personas dedicadas por las cuales siento un profundo respeto y admiración , pues ellos eran los responsables por la apariencia, elegancia e imagen de las personas. Para ellos y a ellos les dedico esta crónica.