PERSONAJES INOLVIDABLES DE MI PUEBLO (1)

Era costumbre que todos los días en el verano, nos juntáramos varios amigos cerca de las 11 de la mañana, en la plaza del pueblo; exactamente detrás del kiosco, donde habíamos colocado un banco de la plaza.

Allí nos sentábamos a tomar el tibio sol matinal de cañete. Éramos entre otros : El Pepe Rojas, los hermanos Cuevas, el Nelson Hermosilla, el Omar Krause, Yo (Lalo Sáez), y claro, nuestro personaje inolvidable de hoy, el único, el más gracioso, cachañero, chistoso e inventador de historias del grupo.
Lo esperábamos ansiosamente todas las mañanas, casi siempre era el último a llegar y traía invariablemente una espontánea alegría que nos contagiaba a todos. Era físicamente súper delgado, pelo negro y encaracolado (tipo Zambo), se movía nerviosamente, gesticulaba con el cuerpo entero, tenía opinión para todo, era liviano de sangre y un gran amigo que sabía aceptarlos a todos como eran. Se llamaba José Sau (el Pepe Sau), hermano mayor de Roberto, de Jaime, de Laurita (menor apenas que Julio).
Todos los días aparecía con una novedad, con un chiste nuevo, con una luz especial en sus ojos vivaces, daba pasos cortitos y rápidos, era de una agilidad a ojos vistos, en cuanto no aparecía, nadie se iba a su casa para almorzar. Amigo incomparable, de recuerdos que no los apagó el tiempo. Ya viviendo en Santiago, supe que había tenido un accidente casero tomando baño, y que había fallecido. Quise saber más y me comuniqué con amigos comunes por carta. Me contaron que sufría de epilepsia y que había tenido un ataque en el momento de ducharse, cayó y con el golpe vino a fallecer.
Pepe Sau no murió, jamás murió para nosotros sus amigos, jamás dejamos de recordarlo con especial cariño. Dicen que los buenos, los valientes y los ángeles de luz se van tempranamente, fallecen jóvenes, Dios los quiere junto a él..., es así que quiero pensar y creer, que Pepe era un ángel de luz, que vino a estar con nosotros apenas un corto tiempo, pero lo suficiente para marcarnos con su espontaneidad y su forma única de ser, marcarnos para siempre.
Como consuelo me queda, que cuando voy a Cañete, casi siempre tengo la gran alegría de ver a Roberto Sau y talvez él no se dé cuenta, pero lo observo siempre bastante, buscando trazos y recuerdos de su amado hermano que se ve tan joven, y que nos dejó a todos de nuestro grupo una marca indeleble.
Roberto participaba a veces de nuestros encuentros mañaneros en la plaza, y siempre que voy a Cañete, me honra con su amistad y con un poco de su tiempo. José Sau Aguayo ..., PEPE SAU. Amigo querido. Gracias por tu amistad sincera y por haberme enseñado a compartir con todos, sin importar credo religioso , o político, sin importar clase social, más, o menos privilegiada, más o menos rica o pobre, o de clase media. Eso a ti no te importaba y compartías con todos llevando tu alegría donde fueras o llegaras. Dios te tiene a su lado y haremos méritos para volver a encontrarte algún día y continuar nuestra sana y rica amistad para siempre.

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