:Nació en La Coruña (España) y llegó a Chile en junio de 1911.
Chico, pero de gran nerviosidad, es un inteligente periodista pueblerino; marino en su juventud, tiene un arsenal de cuentos y chascarrillos en la cabeza. Gran charlador, es muy atento y de gran espíritu de observación.
Celebrador de los chistes, los cuenta a montones también. Estuvo muchos años trabajando en Tirúa y es un gran defensor de esa tierra; le auguraba siempre un gran porvenir, y ha tenido razón al descubrirse ahora los minerales de hierro.
Ha sido un batallador a puño limpio con la vida; cargado de familia, pudo educarla a toda muy bien. Hay profesionales, y casi todos son de gran talento musical. Honorable y capacitado, habría podido amasar buena fortuna, pero los azares de la vida o el factor suerte le han sido contrarios, y sólo ha podido vivir en forma honorable.
No dejará grandes bienes materiales, pero dejará ese gran caudal de simpatía y caballerosidad, esa finura y galana pluma que a muchos causa sorpresa.
Valiente y entaquillado, es radical y un gran español de muy acendrado cariño a su Patria; pero quiere a su rincón de Arauco. Aquí se ha formado, vivido y criado a toda su numerosa familia; aquí descansarán sus restos también.
Don Carlos Medrano Campelo se ve tiene ascendencia de buen cuño español; debe haber sido temible en su juventud porque es nervioso y no se las despinta a nadie.
Bien dicen que la esencia buena viene en frasco chico.Jamás olvidaré que una vez, a la suerte de la olla, convidé a mi casa a almorzar a don Carlos y a Pablo Cáceres, otro periodista de los buenos de ahí. Parece que a cada bocado saltaba el chiste oportuno de los tres, y nos reímos a mandíbula batiente. No era muy buena la comida, ¡pero chitas que nos reímos!
Cuando ya estaba listo este libro para la imprenta, supe de la muerte de don Carlos Medrano. Bastante lo he sentido.