Típico ejemplar del hombre de trabajo, sufrido y tenaz para encimar sus obras; de carácter afable y caballeroso, don Lucho ha ganado simpatías y buen nombre, por su trabajo esforzado.Buen amigo, gusta de la buena mesa y sirve a sus amigos larga y desinteresadamente.
Apacible y de risa franca y sonora, ha sido el verdadero arquitecto de Cañete; tiene un criterio comercial y técnico que, si hubiese sido bien cultivado, habría pasado por ser uno de los mejores profesionales de la zona.
Su mueblería y taller, gozaba de fama; un poco desarreglado para llevar sus cuentas, a muchos, jamás les cobra y a otros los urge con los pagos... Bueno a carta cabal, según pude apreciarlo, no es hombre que guarde rencores ni sepa de inquinas; buen jefe de hogar, se sobrepone a los sinsabores de la vida y goza con hacer un favor, como toda alma buena.
Fue un magnífico colaborador del Cuerpo de Bomberos, cuando tratamos de construir el cuartel de esta institución. Trabajó bastante y sin ningún interés.
Con su acompasado modo de andar, su figura es muy popular y todos le quieren por su manera de ser: sencilla y modesta. Habla lenta y despaciosamente, lo que le da un aspecto de solemnidad a su persona toda. Observa mucho y capta de inmediato; sus obreros le quieren y colaboran bien, aunque a veces los entretenga con “suples”; pero jamás les lleva un cinco a nadie.
Merece destacarse por su vida de trabajo tesonero; sabe que el trabajo es lo que más ennoblece al hombre. Es hijo de sus propios valiosos méritos.
Sus amigos íntimos le dicen “Vicha Rozas”.
Cuando estaba listo para ir a la imprenta este libro, supe la muerte de este buen amigo. Me dicen que todo el pueblo, como yo, lo sintieron de corazón.