ESTAMPAS DE CAÑETE

Alfonso Concha Acuña

VOLNEY SÁNCHEZ CHICO

Volney Sánchez Chico:

Cañetino ciento por ciento, es concesionario del Club Radical desde hace más de medio siglo.
Gran jugador de fútbol en su juventud, fue uno de los “cracks” que dieron ejemplo de juego técnico y valiente. Puso muy en alto, en toda la provincia de Arauco y en Temuco, el nombre del fútbol cañetino. Lo llamaban “el culebrita”.
Gran charlador, bueno para la trasnochada, cariñoso hasta la exageración con los amigos, gusta de tener en su casa las comodidades y atenciones más indispensables para ellos.
Su comedor se ve siempre lleno de amistades, aunque muchas veces no lo comprendan ni correspondan bien.
Fácil para entusiasmarse, es un “peine” para la cueca; tamborea y grita a lo mejicano, con tamboreo y huifa.
Se entusiasma y convida a casas de entretención como cabarets —que muchos miran como antros de perdición— cuando, en su visión, se trata solo de un rato de jolgorio sin exageraciones, donde hay “niñas que fuman y que gustan del amor libre” y que son, según dice, las delicias de muchos casados...
Buen jugador de cartas en sus tiempos, era temido; ahora ya no se entretiene con ellas.
Cuando toma la palabra, especialmente entusiasmado, es incansable; hay que pedirle que ceda el turno. Hace diálogos muy entretenidos: “no es un perro cochino”, como dice él, “y vamos poniéndole”.
Cuando regresa de sus trasnochadas, aparece al día siguiente como si nada: bien trajeado, limpio, listo para seguir... aunque ya no lo hace con tanta frecuencia.
Si no le pasa nada y llega sano y salvo a casa, se ríe “de los peces de colores”.
Encachado, bueno para los puñetes y los trancazos, no siempre discrimina entre los clientes: a más de algún radical le ha tocado, lo que no se le perdona fácilmente.
Lo han tenido “por las cuerdas” como concesionario del Club Radical. Cuando fui presidente del club, me tocó emplazarlo para hacer un nuevo contrato. Pero Paulino desconoció mi directiva, autorizó un baile sin mi consentimiento y terminé renunciando junto a Tito Araneda, que era el secretario.
Volney se salvó de cambiar el contrato gracias a este episodio, y sigue con el arcaico acuerdo que figura en el “Libro Castellano”. Aún espero que Paulino explique por qué autorizó aquel baile…
Volney continúa comandando la concesión del Club Radical. El edificio, algo vetusto, lo arreglamos en cooperación con él: se organizaron bailes con la colaboración de Rafael Maldini, y con lo recaudado hicimos arreglos esenciales.
Se amplió y pintó la sala de sesiones, se construyeron pozos sépticos, se colocaron baños de patente y se adornaron las paredes.
Justo es decirlo: conté con la muy buena disposición de Volney Sánchez. También pintó la cantina, compró sillas y mesas, y mejoró la comodidad del local para sus numerosos clientes —algunos de los cuales son “carne de chancho”— y, a pesar de su paciencia, a veces tiene que “arreglarlos” a cabezazo limpio o a trompón suelto.
No le ayuda su hermano Anésimo.

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