EL CAMINO DE LA SABIDURÍA

Dicen que la sabiduría tiene tres aspectos. El primero se refiere al conocimiento, o más bien, a una habilidad cognitiva. El segundo, es una especial forma de actuar, socialmente pertinente,  que toma la forma de una virtud. Y el tercero, finalmente, es un bien personal, toda vez que su práctica conduce al bienestar interno.

No es fácil en la vida actuar bajo estas tres condiciones. Hay muchos especialistas, por ejemplo, que carecen completamente de sabiduría. Si bien actúan siguiendo sus conocimientos, sus actuaciones están siempre sesgadas a causa de su perspectiva limitada, por lo que no consiguen ver a las personas en su completa condición de seres humanos.
nLos actos de una persona sabia, en cambio, probablemente serán más armoniosos. En lugar de estar basados en una visión estrecha, están dirigidos a una comprensión más amplia del bien común. En ese sentido, la sabiduría es directamente proporcional al número de personas cuyo bienestar tiene en cuenta.
El tercer aspecto de la sabiduría es que hace sentir bien. Los antiguos griegos fueron los primeros en ligar la sabiduría al bienestar personal. Como decía Sófocles: “la sabiduría es la parte suprema de la felicidad”. Dos mil años después, Montaigne escribió: “La señal más manifiesta de la sabiduría es una alegría continua. Por eso es que en toda cultura se ha considerado sabio a alguien que está en la envidiable posición de ser serenamente feliz.
Mihaly Csikszentmihalyi señala que, cuando alguien invierte su energía psíquica en las metas más universales y, en vez de afanarse en busca de su beneficio personal, apunta a una armonía más amplia, puede incluir objetivos más allá del marco limitado y mortal de cuerpo y es menos vulnerable a la desgracia.
“El sabio disfruta de formar parte de las poderosas fuerzas que soplan a través del universo y que se manifiestan temporalmente en la realidad que conocemos, en el cuerpo que poseemos durante unos pocos años”.
Siendo consciente de que el yo no es más que una ilusión, la persona sabia aprende a no tomárselo demasiado en serio, disfruta de estar viva pero percibe que la vida es más que la pequeña parte que nos es revelada.
La fluidez es una condición central de su existencia y por eso no es extraño que los demás envidien su felicidad y su facilidad para relacionarse con los otros.
nAsí las cosas, cualquiera sea el oficio que uno desempeñe, el camino de la sabiduría no tiene que ver solamente con el acopio de conocimientos técnicos, sino más bien con el desarrollo de una armonía interior que se traduzca en la forma de tratar al otro.