“Año nuevo, vida nueva”, dice un viejo refrán.
A pocos días de empezar un nuevo año, es usual que nos llenemos de ganas de cambiar de vida, de dejar a tras los malos momentos y los hábitos perniciosos, para dar paso a un devenir más saludable y feliz.
Es que, de alguna manera, el año nuevo se erige como una suerte de hito que separa una etapa de otra, por lo que para muchos, se convierte en una esperanza de tiempos mejores.
Y ya que sentimos este inusitado deseo de mejorar… ¿por qué no planteárnoslo como una decisión en vez de dejarlo dormido como un simple y pasivo deseo?
En vez de decir “ojalá que pueda cambiarme a un trabajo que me guste”, pensar “Voy a ponerme en campaña de buscar un nuevo trabajo de acuerdo a lo que realmente quiero.” En lugar de “ojalá que este año pueda bajar de peso”, plantearse “este año voy a bajar los diez kilos que tengo de más, porque voy a elegir cambiar mis hábitos de alimentación”. Y así, en todo orden de cosas… propósitos más que deseos… la clave para darle un cambio real a nuestra vida está en atreverse.
Ya sea que queramos dejar de fumar, hacer más ejercicio, encontrar pareja, ser menos agresivos, o hacer algo diferente, en todos los casos la decisión significa cambiar nuestro enfoque, nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Para cumplir estos buenos propósitos no basta con desearlos: es necesario un cambio de actitud y de pensamiento.
Y nada mejor que el Año Nuevo para dar pasos importantes. El inicio de un nuevo año es el momento para reunir las fuerzas y la ilusión para comenzar proyectos nuevos.
Un buen ejercicio, que para algunos incluso forma parte de sus cábalas de año nuevo, es escribir en una hoja la lista con los propósitos para el año entrante. Obviamente no es bueno diluirse en miles de ideas, sino que es mejor acotar los propósitos a no más de cuatro o cinco, para que podamos concentrarnos bien en su cumplimiento. El hecho de tenerlos escritos en un papel, los materializa y les da forma, al tiempo que permite recordarlos cada cierto tiempo si ponemos la hoja en un lugar visible.
Lo más importante es afrontar los pensamientos negativos que van surgiendo (“no puedo”, “no soy capaz”) y transformarlos en positivos (este año va a ser diferente porque DECIDO que lo sea y voy a trabajar por ello).
En el fondo, se trata de decidir qué tan bueno va a ser nuestro año. Como dice Joan Manuel Serrat en su canción: “Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así, aprovecharlo o que pase de largo, depende en parte de ti”.