Muchas veces hemos hablado acerca de la empatía, esa cualidad tan difícil de encontrar que consiste en una capacidad para situarse en el lugar del otro y leer sus emociones como si fueran propias. Pero si tan difícil es de hallar entre humanos, más escasa se torna cuando se trata de nuestra relación con los animales de otras especies.
El biólogo Humberto Maturana, en su Biología del Amor señala que el amor consiste en la “aceptación del otro como legítimo otro en la convivencia”, y en esta afirmación no se limita a la aceptación o pseudo-tolerancia entre un humano y otro, sino que ampliamente hace alusión a la relación entre un ser humano, un ser chimpancé, un ser gato, un ser perro….etc. Para el biólogo, el hombre comienza a ser persona cuando es capaz de relacionarse con los otros, pues como especie, tenemos la necesidad absoluta de convivir con otros seres vivos y, a la vez, toda convivencia debe fundamentarse en el amor.
Impresiona ver cómo las otras especies pasan inadvertidas para el ser humano, como si no existieran, como si no fueran habitantes (tan legítimos como nosotros) de este mismo planeta, del que los hemos desterrado brutalmente para quedarnos al mando en vez de compartir equitativamente los recursos.
Basta con ver el caso de los perros que viven en las calles de nuestra ciudad. Sin duda, no eligieron estar ahí… pero están, pues no tienen una mejor opción. Viven y pasan a nuestro lado, con hambre, con frío, a veces con enfermedades a cuestas. Muchas veces pasan inadvertidos. Otras veces, las peores, son tratados injusta e irrespetuosamente. Hemos sabido recientemente de un alcalde que ha prohibido alimentar a los perros callejeros de su ciudad para que se vayan muriendo de hambre. Otras autoridades piensan en exterminarlos porque los consideran “un peligro”. Da para reflexionar: ¿Cómo es posible semejante falta de respeto, de aceptación del otro, de empatía… de amor? ¿Cómo es posible tanta escasez de ideas entre las autoridades como para llegar a pensar que esa es una solución? ¿Cómo se concibe que una persona no logre ver y sentir lo que siente un hermano perro (como diría San Francisco) que vive cada día en esas condiciones?
El ser humano ha faltado el respeto a las otras especies y hoy debe hacerse cargo de sus actos. Si los perros están ahí, es responsabilidad del ser humano, no de ellos.
Según la biología del amor, una persona se define como “un ser en relación con”. Quizás por esto dice Andy Rooney, tan certeramente: “El perro promedio es mejor persona que la persona promedio”.