Dijo el Maestro: “Si es paz lo que buscas, trata de cambiarte a ti mismo, no a los demás. Es más fácil calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra”.
Cuando se habla de estar en paz, se suele pensar en un estado difícil de alcanzar, que depende fundamentalmente de encontrar un entorno adecuado para descansar los sentidos.
Sin embargo la paz es, por sobre todo, un estado mental, una actitud quieta, una calma interior que se alza por sobre lo que pase a nuestro alrededor.
Hay quienes esperan encontrar la paz buscando un lugar tranquilo o alejándose de los ruidos, pero esto siempre será insuficiente. Para encontrarla es necesario más bien buscar dentro de uno mismo y no afuera. El secreto está en desarrollar la capacidad para enfrentar obstáculos y creer en la vida a pesar de las dificultades.
Este cuento lo explica perfectamente:
“Érase una vez un rey muy aficionado a la pintura, que ofreció un premio al artista que lograra plasmar mejor en un lienzo el tema de “la paz perfecta”. Muchos pintores lo intentaron. El rey observó personalmente cada una de las obras que le presentaron, pero sólo dos de los cuadros le parecieron adecuados. El primero representaba un lago muy tranquilo, donde se reflejaban plácidas montañas verdes, cuyas cumbres se alzaban majestuosas, mostrando siluetas magníficas. Sobre ellas se abría un cielo azul salpicado de nubes blancas. Del paisaje emanaba tan solemne belleza, que todos cuantos lo miraban, podían sentir en él la paz perfecta.
El segundo cuadro, en tanto, también representaba unas montañas, pero éstas eran escabrosas e impactantes. Sobre ellas se veía un cielo tormentoso iluminado por impetuosos rayos. Valle abajo, un espumoso torrente de agua se intuía ruidoso en su caída. El torrente saltaba por un precipicio y se estrellaba formando un bonito lago. Pero observando detenidamente la pintura, el rey descubrió que detrás de la cascada de agua, el artista había pintado un arbusto que crecía en una hendidura de la roca. En él, se encontraba un nido, donde un pájaro daba de comer tranquilamente a sus polluelos, gozando de la paz perfecta en medio del rugido sordo del salto de agua.
Después de pensarlo unos minutos, el rey eligió como ganador al autor de la segunda pintura, y explicó así sus razones: La paz no significa estar en un lugar sin ruido, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. La paz significa más bien que, a pesar de estar expuestos a ello, seamos capaces de conservar la calma en nuestro interior. Ese es el verdadero sentido de la paz”.