LIBROS FUNDAMENTALES

En este tiempo de tecnologías, donde el ciberespacio parece entregar todas las respuestas, los libros corren el riesgo de ser relegados a un peligroso segundo plano.  Peligroso no sólo porque en ellos está la fuente del saber, sino también porque constituyen una de las grandes herramientas que disponemos para acompañarnos en el camino de la vida.

No es lo mismo pasar línea tras línea mirando absortos el texto en la pantalla de un computador, que leer un libro de papel, sentados bajo un árbol una tarde de verano, o acurrucados junto al fuego en una fría noche de invierno. Tiene otro carácter. El contexto determina la profundidad que le damos a la lectura.
Hay libros que nos entretienen y leemos con diversión, como transportándonos a ese mundo fantástico que nos ofrecen. Y los hay otros que inesperadamente y de acuerdo al momento que vivimos, nos remueven por dentro, nos cuestionan, amplían nuestra visión y provocan una verdadera transformación dentro de nosotros. Esos libros, son los fundamentales.
Para el escritor español Jordi Nadal, en nuestra bibiloteca deberíamos destinar una estantería a aquellos libros que han influido en nuestra vida, aquellos que nos han transformado. Esas obras, según dice, deberían estar en un lugar preponderante de la casa, pues constituyen una especie de faro que nos puede guiar cuando extraviamos el camino.
El alemán Hermann Hesse, en tanto, decía que cada libro que leemos hace oscilar nuestra brújula interior y nos reposiciona en la vida. Y por eso, recomendaba dar un paseo por el bosque después de leer, “para que las semillas puedan penetrar en nuestro suelo vital y enriquecerlo”.
Difícil decir cuáles son los que hay que leer. Suele ser diferente para cada persona.
Si reviso los míos, desfilan autores y títulos muy diversos… que en algún momento de la vida provocaron cambios… Dos de ellos, sin embargo, siguen removiendo cimientos cada vez que los leo, a lo largo de la vida.
El primero, El Principito, de Antoine de Saint Exupéry, que a cada lectura se vuelve distinto y nuevamente transformador:
“Lo esencial es invisible a los ojos”
El segundo, Los Miserables, de Victor Hugo… tan profundamente crítico como poéticamente sensible:
“¿Qué más podía desear? Un pequeño jardín para pasearse y la inmensidad para soñar. A sus pies, lo que podía cultivar y recoger; sobre su cabeza, lo que podía estudiar y meditar; algunas flores sobre la tierra y todas las estrellas en el cielo.”
La invitación es a tomar un libro y dejar que se vuelva un compañero de camino. Dicen que en cada libro hay un universo. No hay duda.