PRIMUM NON NOCERE

Increíble pero cierto. Las estadísticas hablan por sí solas, y muestran que el estrés de la vida moderna nos supera y que estamos cada día más enfermos. Y es que tan alienante resulta esto de estar permanentemente conectados por celular e internet con el “afuera”, que poco nos preocupamos de mirar hacia adentro, de conectar con nuestro propio organismo.

Aunque suene imposible, con frecuencia nos preocupamos más del funcionamiento del auto o del computador, que de nuestro propio cuerpo.
Todo esto ocurre porque no somos conscientes del poder de nuestra mente sobre nuestra salud. Para muchos, “cuidarse” consiste en visitar regularmente al médico y tomar unos cuantos remedios. Ciertamente esto es importante cuando estamos enfermos, pero es necesario también adoptar una actitud de responsabilidad personal, ya sea para preservar nuestro capital de salud como para potenciar el efecto de los medicamentos que tomamos.
Normalmente no dimensionamos la increíble riqueza de interacciones continuas que ocurren en nuestro organismo para conservar la salud. Como si de hormigas se tratase, cada célula hace su trabajo y además participa de un gran proyecto colectivo. 
Esto supone una indisoluble unión entre el cuerpo y el espíritu, que aunque ha sido ampliamente descrita en oriente desde hace miles de años, recién adquiere fuerza en la medicina occidental, probablemente porque los avances en imagenología  han permitido objetivar los efectos de los sentimientos, emociones, palabras y pensamientos sobre el funcionamiento de los diferentes órganos.
Los médicos de la antigüedad decían “Primum non nocere”, es decir, “primero, no perjudicar”.  Con ello, aludían a la idea de no interferir en la acción de los mecanismos naturales del cuerpo, prestando siempre atención a sus manifestaciones: dolor, trastornos del sueño, falta del apetito, desánimo. De alguna manera, el cuerpo nos va enviando mensajes cuando el sistema se desequilibra y es necesario escucharlos, pues de esa forma, podremos ocuparnos de él antes de que enferme seriamente.
Por eso, frente al permanente bombardeo de estímulos externos, es importante desarrollar herramientas que nos permitan centrarnos en nuestra vivencia corporal y tomar conciencia de nuestras sensaciones. Aprender técnicas simples, como la relajación o la autohipnosis, siempre será útil, pues a través del pensamiento y las imágenes mentales podemos lograr cosas tan increíbles como estimular el sistema inmunitario, calmar un dolor o invitar a un órgano a funcionar mejor.