UN SANO EQUILIBRIO

Pensar que los problemas del cuerpo y de la mente pertenezcan a reinos distintos, es completamente errado.
La mejor prueba de que ambos son eventos paralelos, que ocurren simultáneamente, es que cada acto de aprendizaje modifica la física y la química del cerebro. Dicho en otras palabras, cada vez que aprendemos algo, desde el simple mecanismo para usar un abrelatas hasta un complejo teorema matemático, la bioquímica del cerebro cambia.

Del mismo modo cambia nuestra biología con las emociones y, por supuesto, con cualquier influencia proveniente del entorno. De hecho, las más recientes investigaciones acerca de la relación mente-cuerpo, han arrojado como conclusión que el más importante predictor de la salud física es la salud mental. Los hallazgos revelan que las personas con dificultades emocionales se enferman físicamente cuatro veces más que los más estables.
De ahí la importancia de buscar el equilibrio emocional para conseguir un bienestar global. Y aunque este estado ideal es difícil de lograr a cabalidad, se trata de aproximarse a él cuanto sea posible y tenerlo como un trazado del camino a seguir.
Si duda, no es posible que estemos siempre felices y que nos comportemos adecuadamente en todas las situaciones. Pero al menos podemos intentar mantener un estado de ánimo que nos permita disfrutar la vida durante la mayor parte del tiempo.
En primer lugar, cuando existe un conflicto, éste debe hacerse consciente para que la curación sea posible. Para restablecer la homeostasis debemos ser capaces de reconocer qué es lo que está funcionando mal en nuestra vida a fin de ponerle remedio a tiempo.
Y es en este punto donde muchas veces fallamos, pues seguimos la carrera sin escuchar nuestro propio grito de auxilio.
nMuchas veces, para resolver el problema, basta con tomar algunas decisiones y cortar el problema de raíz, evitando así que la situación avance hasta llegar a provocar desórdenes más graves, como una depresión, un estrés severo, un infarto o cualquier otra enfermedad física importante.
Frente al desequilibrio, el organismo envía pequeñas señales de alerta. Fatiga física, dolores musculares, cefaleas, angustia, tristeza sostenida en el tiempo o enfermedades recurrentes, constituyen signos de que se ha perdido el centro y que es necesario tomar medidas en forma urgente.
Buscar tiempo para uno mismo, practicar alguna técnica de relajación, buscar actividades placenteras y sobre todo, resolver los asuntos inconclusos que nos hacen mal, pueden prevenir el desastre. Para mantener el sano equilibrio, es necesario ponerse atención.