APRENDER DE LA VIDA
Sin lugar a dudas, cada experiencia es un aprendizaje. De cada fracaso, de cada ruptura, de cada decepción, vamos aprendiendo, como si la vida entera fuera una clase permanente acerca de cómo vivirla, de cómo relacionarnos con las personas que nos rodean y cómo aproximarnos a nosotros mismos.
Una clase que nos va enseñando a soltar dependencias, a individuarnos, a convertirnos en personas cada vez más sólidas y a encontrarnos progresivamente con nosotros mismos.
Conforme vamos viviendo, vamos aprendiendo. Algunos períodos de la vida, los más estables, nos ofrecen aprendizajes pausados y tranquilos. Pero hay otros, los más duros y tristes tal vez, que son tan intensos en este aprendizaje, que se constituyen en verdaderos cursos intensivos acerca de un determinado tema existencial.
Ya sea que hayamos aprendido la tolerancia, la autonomía, la decisión, después de pasar momentos como éstos, nunca volvemos a ser los mismos. Y por mucho que hayamos sufrido en el curso de este aprendizaje, al llegar al final hemos crecido.
Así habla Borges, en sus escritos, sobre lo que vamos aprendiendo con los años:
“Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma; y uno aprende que el amor no significa acostarse y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender...
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende.
Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.
Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible...”.