Pocos recuerdos pueden ser más cálidos que el del abuelo o abuela leyéndonos un cuento mientras estábamos en cama. Es que tanta magia había en ello que, a medida que avanzaban las páginas, las historias se hacían tan nítidas que los personajes parecían estar ahí, desfilando frente a nuestros ojos, corriendo, enfrentándose en una lucha con animales mitológicos o convirtiéndose de sapos a príncipes por encantamiento.'
Cada día pasamos al menos ocho horas en función del trabajo. En el actual sistema de vida nuestra actividad laboral ocupa tanto espacio vital que con frecuencia las obligaciones están por sobre el placer e incluso por encima de nuestra salud.'
En este tiempo de tecnologías, donde el ciberespacio parece entregar todas las respuestas, los libros corren el riesgo de ser relegados a un peligroso segundo plano. Peligroso no sólo porque en ellos está la fuente del saber, sino también porque constituyen una de las grandes herramientas que disponemos para acompañarnos en el camino de la vida.
En una sociedad tan competitiva como la nuestra, ser introvertido es visto como una carencia. Nada raro, si consideramos que aquél que habla más y se roba más las cámaras es el que aparentemente tiene más oportunidades.
Pensar que los problemas del cuerpo y de la mente pertenezcan a reinos distintos, es completamente errado.
La mejor prueba de que ambos son eventos paralelos, que ocurren simultáneamente, es que cada acto de aprendizaje modifica la física y la química del cerebro. Dicho en otras palabras, cada vez que aprendemos algo, desde el simple mecanismo para usar un abrelatas hasta un complejo teorema matemático, la bioquímica del cerebro cambia.