Antiguamente, en nuestra cultura, los ancianos eran respetados y admirados por su experiencia. Eran ellos quienes tomaban las decisiones importantes en las familias y solía buscárseles para pedirles consejo. Lamentablemente hoy las cosas han cambiado.
Más que se aprueben duras leyes anti-tabaco, por más crudas que sean las imágenes de enfermedades en los paquetes de cigarro, y por más reiterativo que sea el discurso acerca de la relación entre el tabaco y el cáncer... los fumadores siguen existiendo.
Increíble pero cierto. Las estadísticas hablan por sí solas, y muestran que el estrés de la vida moderna nos supera y que estamos cada día más enfermos. Y es que tan alienante resulta esto de estar permanentemente conectados por celular e internet con el “afuera”, que poco nos preocupamos de mirar hacia adentro, de conectar con nuestro propio organismo.
Un maestro espiritual, llamado Zong, había alcanzado el máximo grado de conocimiento: el desapego. Cuando sus discípulos le preguntaban cómo había llegado a semejante estado de sabiduría, él reía de buena gana y respondía:
Objetivamente, el mundo pasa por un momento muy difícil: crisis económica internacional, escasez de alimentos, crisis energética y calentamiento global. A ello se agrega una notoria aceleración del ritmo de vida y una readecuación de valores que a muchos les resulta muy difícil de digerir.